LO INNECESARIO DE LA PALABRA
Los Buddenbook. Gerhard Lamprecht. 1923. Cine silente. Música en vivo. Moguilevsky/Lerner. Festival Cine Alemán
El cine sin palabras debió recurrir al gesto, a los ojos para “decir”. Debemos pensar que el sonido añadió una vitalidad a la acción, un recurso para que el espectador disipara su mirada y su oído. Había que escuchar el texto. Sin embargo, los actores que sólo movían sus labios, simulando una conversación fueron puestos a prueba a comienzos del cine. La cámara se centraba en los ojos para crear una verosimilitud de dolor, de angustia. Somos hijos de la palabra, requerimos de la entonación y del “ruido” de la voz. Lamprecht logra a principios del siglo XX que vivamos la decadencia de una familia burguesa. Los actores se miran, nos observan y también nos someten a la tragedia. Vemos el dolor en sus manos. Todavía resuena el rostro de Falconetti en La pasión de Juana de Arco (1928) de Dreyer. Lamprecht unos años antes toma
a Los Buddenbrook para testimoniar la lucha por el capital. Sus caras son contornos de la caída de un imperio, no pueden hablar gesticulan y los espectadores seguimos los “diálogos” con la música que es una voz que nos sumerge en la trama. Todo está pensado “ quebrar” el silencio. Se logra con éxito.
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