DECIR SIN DECIR

La lengua es un músculo, pero el lenguaje es un virus. Diego Carreño en El camarín de las musas (especial para Psicoanálisis en lengua castellana)

Hay que contar con audacia para, después de tanta literatura sobre el léxico, la gramática y la normativa perversa, encarar “las caídas en el vacío” del hablar. El unipersonal “juega” con las definiciones, los tópicos tan absurdos como escolares con los que los manuales martillan el aprendizaje de lo correcto. El Quijote nunca dejó de combatir con sus fantasmas porque sabía que se alojaban en la literatura y con interpretar alcanzaba y sobraba. La palabras no se piensan: son artilugios  con bellos sonidos, como deseaba Flaubert. Carreño en escena se asemeja al profesor que corrige y rechaza exámenes porque pretende que cada palabra encaje en un sentido. Barthes explicaba que no hay sentido sin lengua y Lacan se burlaba del sentido como un propósito estéril de la Academia. La obra es un homenaje a todos estos especialistas y también a la literatura de William Burrouhgs quien intentó despojar a la creación literaria de sus mitos. La lengua nos empuja a “ver” la forma más irónica de comportarnos como hablantes. Cortar y pegar.i

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