EL FINAL
Anéantir. Aniquilación. Michel Houellebecq. Anagrama. 2022.
El hombre busca de manera inevitable su destrucción. Este tópico es recurrente en Houellebecq. Aniquilación construye una gran figura metonímica en la que el individuo se deteriora a la par de todo lo que elabora para salvarse: la carrera política, las guerras, los atentados. No hay cielo, ni Edad de Hierro y de Oro tan afín a la de los antiguos. Pero no todo es pasividad o entrega resignada como espíritu sacrificial: existe un aferrarse a la vida, un acto que no es entretenimiento o fuga; es la pasión por una “soledad” legítima que solo permite, como paradoja, una compañía en el momento final. Es en ese terminus ad quem en donde Houellebecq recurre a lo bucólico como los pastores de Virgilio. A la muerte solo la asiste la naturaleza y la compañía de los estertores del deseo. Ese es Houellebecq: un ave fénix que surge en medio del derrumbe de la sociedad, del dolor, para advertir de algo nuevo. La misma conjetura de Nietzsche para teorizar sobre el Origen de la tragedia a partir del espíritu de la música. Es adecuado pensar que cada frase de Houellebecq puede ser llevada al pentagrama como lo hizo Wagner para componer su Obertura Tannhauser. Es un envión nomás o lo que es lo mismo, un deseo.
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