SETÚBAL Y EL SUEÑO


Caminó con paso lento hasta llegar al puerto. Todavía quedaban hombres enrollando cuerdas mojadas por el mar. Ninguno de ellos necesitaba soñar con una nueva costa. Tenían todo a mano. Se miraban entre ellos para asegurarse de que habían llegado. El brazo del Atlántico lo retenía, como si lo absorbiera y lo empujara a una barcaza. Los hombres soñamos con poco, pensó. Apenas nos alcanza con el agua salada, cerrar los ojos y escuchar el ruido de los remos. Hizo aquello que le habían indicado en el hotel. Se quedó en la playa, acostado boca arriba. Otro mar con nubes lo enfrentaba. Los marinos se preguntaban por la pesca de barco a barco. Todo lo que sucedía en ese momento se parecía a todo aquello que los hombres distraen para no pensar en el límite, en lo próximo. Quiso acercarse para escuchar. Desde mucho tiempo atrás el peor pecado humano es la curiosidad. Desistió. Buscó soñar cómo cuándo conservaba la impertinencia y el desafío en su piel firme. La libertad tiene gusto a mar salado y a playa.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LÍMITES

EL FINAL

ALIVIO