TRAGAR LA DIFERENCIA
Acerca de La digestión del saber. Ensayo de Nahuel Krauss para la Revista Pulpo.
Existe un horizonte sugerente en el texto de Nahuel Krauss: abre posibilidades y, a su vez interroga sobre la lengua, la lectura y el habla. En primer lugar, Eurípides en Las Bacantes del siglo V ac hace referencia al ritual de devorar el cuerpo del otro. Las ménades son mujeres que en un estado “poseso” se comen al varón que se atreve a espiar la orgía. Para el mundo clásico, el festín báquico, se vinculaba con una “regeneración” de la especie. Es decir, no desaparecía un cuerpo sino que, por el contrario, alimentaba a otro con el fin de subsistir. En la lengua hay también un ejemplo clásico de fagocitación cultural. Se da, a mi entender, en El Quijote de Cervantes del siglo XVII. El Quijote “incorpora” la literatura de caballería, toda su imaginería de combates y de doncellas. Él “lee” la realidad de otro, se apropia de lo ajeno. Hace suyo aquello que nunca le va a corresponder por ser un hombre contrario a su lengua, a su tiempo y a su territorio. Sancho Panza intenta remedar el tono, quizá ignorando, a pesar de su gobierno en Barataria, que ya está dominado por una sustitución sintagmática, que no le es propia pero, sin embargo, le pertenece por su “leal servicio”, su entrega incondicional. Hay varios ejemplos consonantes con esta idea de sublimación a la lengua como un acto semejante a una “masticación” del léxico. La lengua, en sí, es un cuerpo sin propiedad. Creo que el hecho de hablar, además de hacernos “comunes” con el otro permite reconocer la falta de bordes en los sonidos que recibimos y que transmitimos. Deglutimos el léxico con una ingenuidad primordial: creer ser originales. En la incorporación también se encuentra la falta de gusto, y de la diversidad del sabor. Gracias Nahuel Krauss.
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