CARTOGRAFÍA DE LA LUZ EN CICATRICES DE SAER Y EL SEMARIO 9 DE JACQUES LACAN
Existe una territorialidad en Cicatrices: un mapa con su respectiva división geográfica. Los personajes se desplazan a través de zonas oscuras y luminosas. Entran, merodean y finalmente salen. En Saer hay un trabajo sobre la “forma”, un trabajo que el escultor talla sobre el mármol. La forma, así dispuesta, tanto luz como sombra se desparrama sobre una superficie generando “casilleros” para rellenar como cubeteras que esperan el líquido para dar forma. Lacan en el Seminario 9 busca la “forma” como una matriz en la que se acoplan figuras. Todo es el resultado de un molde primitivo sobre el que nos vamos encastrando sin mucha voluntad de desasirnos. Hay una “ilusión óptica”
en Saer: la fantasía de movilidad. Ese pasaje es una tentación a la fuga, a escapar del encierro. Podemos pensar que la idea de lo diferente, de huir del encastre del origen se encuentre rotulada en lo
uniforme. Lacan en el Seminario 9 bucea en recovecos para demostrar que si todo “encaja”
es porque cada hueco es un “contenido” en un “continente” mayor y universal. Creo que la letra en Saer es quizá una silueta, un contorno en el que nos acuclillamos para escondernos del vacío. Ni Saer ni Lacan permiten que nos aventuremos a ese desafío. La cicatriz es la cualidad de lo primero, con la misma impronta que la letra. Un significante rodeado por lo difuso.
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