VER DETRÁS DE LAS PALABRAS

 Austerlitz. Winfried Sebald. Anagrama. 2004

Desde las primeras líneas de Austerlitz el lector se somete a la trama y al recorrido que propone Sebald. Austerlitz no es una trama, una expansión de un drama tradicional; es una reconstrucción histórica y arquitectónica de una Europa Central que lucha por no diluirse en la memoria. El territorio en Austerlitz es un recurso imprescindible: se viaja a través de ciudades, museos, bibliotecas y estaciones de tren devastadas por la guerra. Aquello que todavía subsiste a la depredación del propio individuo incomoda al hombre contemporáneo que vive todavía asustado por el paso de los aviones, por la aglomeración de pasajeros que quieren salir de su lugar de origen para entrar en la zona oscura de un presente que sacude tanto como el pasado. Sebald hace hincapié en los “restos” -como Freud en El malestar  en la cultura de 1930- aquello que lucha contra el tiempo. Austerlitz ayuda a sobrevivir rescatando el pasado, a no esquivar las decisiones y a aventurarse en la historia para completar el

presente. Quizá el pasado sea para Sebald un infierno al que debe descenderse para purificarse. Desconocer el “mal” no contribuye en nada a ser mejores. Austerlitz es una invitación imposible de rechazar y de postergar.

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