LA MUJER QUE NO DECAE
Yo, Fedra. Ingrid Pellicori. Centro Cultural de la Cooperación. 2024
Fedra transita un dolor sin tiempo: el del deseo que lucha contra lo impuesto. Ella recorre el palacio mínimo, desprovisto de lujos y exceso. La pena no ocupa lugar en el espacio de la realeza; alcanza con la vastedad del cuerpo de Fedra para involucrarse con su pena. Tampoco hay censura. El deseo no busca árbitros, ni jueces que impidan la confesión de la pena venial de querer aquello prohibido. Una sillas que se arman y desarman como la palabra que nunca admite culpa, sostienen el peso de Fedra. Ella se acuesta sobre ellas porque la angustia gravita en la horizontalidad de su grito. La voz que Fedra transmite tiene la opacidad de la queja, del sonido que jamás se rinde a la cavidad de la boca. Fedra es heroína que lleva a cabo una batalla de miles de mujeres que quizá nunca tuvieron nombre, por eso tienen la presencia de las lágrimas y de la furia. Fedra se desplaza entre bastidores porque intenta un callar las voces que siempre sancionan. Fedra tendrá su premio y podrá mirar a los ojos de sus jueces. Su voluntad le permite renunciar a la vida cómoda y transitar el bosque de la risa. Es el despecho y la burla de una mujer que sigue con toda su voluntad a cuesta. No es poco. Sin lugar a duda, Ingrid Pellicori compone una Fedra verosímil sin ninguna fisura.
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